Estuve perdido en un bar,
con la copa vacía y el alma igual.
Sin nadie esperando,
ni ganas de hablar,
solo el eco del miedo rondando el lugar.
Me vi en el fondo de un vaso sin fin,
recordando lo que nunca elegí.
Y entre la tristeza
y la oscuridad,
una voz me miró sin juzgar.
No fue un milagro,
ni una revelación,
fue una palabra
con el tono del sol.
Me miró y me dijo
“tú aún vales hoy”…
Un acto de amor me salvó la voz.
No era un ángel, ni era ficción,
era alguien común con compasión.
Y en medio del ruido
y mi confusión,
sentí por primera vez redención.
No fue un psicólogo,
ni fue religión,
fue esa mirada
que me dio perdón.
Y aunque no la busqué,
ella fue mi razón…
Estuve perdido en un bar…
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